“Aún estaba hablando cuando llegaron
de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
-
Tu hija ha muerto ¿Para qué molestar ya al maestro?
Pero Jesús, sin hacer caso del
mensaje que transmitían, le dijo al jefe de la sinagoga:
-
No temas, ten fe y basta.
No
dejó que lo acompañara nadie más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano
de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y contempló el alboroto de
los que lloraban gritando sin parar. Luego entró y les dijo:
- ¿Qué alboroto y qué llantos son éstos? La
chiquilla no ha muerto, está durmiendo.
Ellos reían de él.
Pero él, después de echarlos fuera a
todos, se llevó consigo al padre de la chiquilla, a la madre y a los que habían
ido con él y fue adonde estaba la chiquilla.
Cogió a la chiquilla de la mano y le
dijo:
-
Talitha, qum (que significa: “muchacha, a ti te digo, levántate”)
Inmediatamente se puso en pie la
muchacha y echo a andar (tenía doce años) Se quedaron viendo visiones.
Les advirtió con insistencia que
nadie se enterase y encargó que se le diera de comer.
Y salió de aquel lugar”
Comentario
Vemos a los
personajes de la escena: El jefe de la sinagoga, Jesús, Pedro, Santiago y Juan,
los que están en la casa de Jairo y vienen a avisarlo, la muchacha, su madre.
A los que
vienen a avisar a Jairo no les gusta la decisión de este de acudir a Jesús, por
eso se apresuran de avisarlo de la muerte de la niña, no les gusta la idea de
que Jesús entre en la casa de Jairo. Jesús que ha quedado fuera de la Ley,
entra en la casa de un jefe del sistema opresor.
Jesús estaba
ya impuro y ahora vuelve otra vez a tocar la impureza, tocando a un muerto.
Tocar a los muertos transmitía también la impureza.
Admiro a
este Jesús que no tiene miedo de la impureza, él ve solamente al ser humano
herido, marginado, sufriente. Lo suyo es la compasión.
Jairo se ha
saltado todas las normas por salvar a su hija, muestra su amor por ella, pero
se equivoca al nombrarla. Habla de “mi hijita”, dice también “chiquilla”. Se
equivoca al hacer una valoración de su hija. Con esto su afecto no llega a la muchacha,
esta no se reconoce a sí misma en el amor de su padre, es como si su padre
amara a otra persona, pero no a ella. Y esta falta de amor la mantiene
postrada, sin vida.
Tampoco el
amor de su madre le llega, sin embargo
ésta la ama profundamente y llora por ella. Pero la muchacha no encuentra su
identidad, permanece sin vida. El amor de su madre que la podría llenar de
vitalidad no la alcanza.
Jesús, al
ver a la niña, la reconoce, le devuelve su identidad. Le da un nombre
“muchacha” esto es: mujer en edad núbil. Y en un gesto de ternura, la coge de
la mano y le devuelve la vida. Le toma la mano como un joven desposado tomaría
la mano de su desposada.
Pedro, Santiago y Juan están presentes. Jesús se los
lleva para hacerlos testigos, porque a ellos les costaba creer, tenían
demasiada rabia contenida.- ¿Sientes que los demás no te reconocen en lo que eres? Jesús te conoce bien por dentro, el sabe reconocerte y llamarte por tu nombre
- ¿Qué nombre te parece que te pondría Jesús hoy? Tu nombre, tu identidad tiene que ver con un rasgo marcado de tu personalidad ¿cuál es?
Inma Fabregat
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