El sembrador II Mc. 4, 10 – 25




“Cuando se quedó a solas, los que estaban en torno a él le preguntaron con los Doce la razón de usar parábolas.
Él les dijo:
  

- A vosotros se os ha comunicado el secreto del reino de Dios, ellos en cambio, los de fuera, todo eso lo van teniendo en parábolas, para que por más que vean no perciban y por más que escuchen no entiendan a menos que se conviertan y se les perdone
   Les dijo además:
- ¿No habéis entendido esa parábola? Entonces, ¿cómo vais a comprender ninguna de las demás? El sembrador siembra el mensaje. Estos son los de junto al camino: aquellos donde se siembra el mensaje, pero en cuanto lo escuchan, llega Satanás y les quita el mensaje sembrado en ellos. Estos son lo que se siembra en terreno rocoso: los que, cuando escuchan el mensaje enseguida lo aceptan con alegría, pero no echa raíces en ellos, son inconstantes; por eso, en cuanto surge una dificultad o persecución por el mensaje, fallan. Otros son los que se siembra entre las zarzas: éstos son los que escuchan el mensaje, pero las preocupaciones de este mundo, la seducción de la riqueza y los deseos de todo lo demás van penetrando, ahogan el mensaje y se queda estéril. Y éstos son los que se ha sembrado en tierra buena: los que siguen escuchando el mensaje, lo van haciendo suyo y van produciendo fruto: treinta por uno y sesenta por uno y ciento por uno.”




Comentario y pistas para la oración
Jesús explica a sus discípulos el motivo por el cual no explica la parábola a toda la multitud: es que no todos están preparados para recibir el mensaje, la condición para poder recibirlo es haberse convertido a Jesús. Si los oyentes no están convertidos, si no han hecho un gesto de adhesión a Jesús y al evangelio, entonces no están preparados para acoger todo el misterio que Jesús desea comunicar.
Llama la atención en la parábola el hecho de que el sembrador no ha preparado primero la tierra. A cualquier persona de la época de Jesús llamaría la atención esta omisión, no se dice que el sembrador preparó el campo, solo dice que salió a sembrar. Este gesto nos quiere comunicar el derroche de generosidad de Dios Padre, que quiere comunicar su mensaje a todos sin distinción. Después Jesús va desgranando cada tipo de semilla y lo explica con detalle.
Las semillas del camino: hay personas que son totalmente impermeables al mensaje, escuchan de momento, pero después no hay reflexión. El mensaje desaparece como si nunca lo hubiesen escuchado, no deja rastro en ellos.
Las semillas del terreno rocoso: estas personas no son capaces de comprometerse con Jesús, escuchan con alegría y tal vez el mensaje coincide con sus deseos, pero no se comprometen. Aceptan el mensaje, pero no sus consecuencias, están centrados en sí mismos y en sus intereses.
Las semillas de las zarzas: otros no son capaces de desprenderse de las riquezas y de todo lo que conlleva el tenerlas y el protegerlas.
Los que no fructificaran son todos aquellos que se dejen llevar por los afanes de este mundo, es decir, por los deseos de poder y de dominio sobre los demás, los que están apegados a los placeres de esta vida, al éxito y reconocimiento de la sociedad, y los que ponen sus fuerzas en ganar y conservar riquezas.
Las semillas de la tierra buena: son las personas que reciben el
 mensaje y lo hacen suyo, lo asimilan y les transforma la vida, les
 conduce a la adhesión a Jesús, al seguimiento.




-          ¿Con qué tierra te identificas? ¿Con cuál de las 

cuatro situaciones te identificas?
-          ¿Hay algo en tu vida de cada día qué está 

impidiendo ala semilla del reino crecer y madurar en ti? 

¿Hay algún hábito tuyo de vida qué es contrario al reino? 

Puede ser algo de tu carácter, del tipo de trabajo que 

desempeñas, de las personas con las que te relacionas o 

de tus intenciones al relacionarte con un tipo de personas 

u otras. Tal vez te encuentras metido en un rol, en un 

ritmo de vida que impide que la semilla del reino crezca 

en ti.


                                              Inma Fabregat

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