Encuentro con un poseido Mc. 5, 2 – 10

“A penas bajó de la barca, fue a su encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo. Este tenía su habitación en los sepulcros y ni siquiera con cadenas podía ya nadie sujetarlo; de hecho, muchas veces lo habían dejado sujeto con grillos y cadenas, pero él rompía las cadenas y hacía pedazos los grillos, y nadie tenía fuerza para domeñarlo. Todo el tiempo, noche y día, lo pasaba en los sepulcros y en los montes gritando y destrozándose con piedras.
Al ver de lejos a Jesús, fue corriendo y se postró ante él; y dijo gritando a voz en cuello:

-          ¿Qué tienes tu contar mí Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Por ese Dios te conjuro, no me sometas al suplicio.
Es que Jesús le había mandado:

-          ¡Espíritu inmundo, sal de este hombre!
Entonces le preguntó:

-          ¿Cómo te llamas?
Le respondió:

-          Me llamo Legión, porque somos muchos.
Y le rogaba con insistencia que no los enviase fuera del país.
Había allí en la falda del monte, una gran piara de cerdos hozando. Los espíritus le rogaron:

-          Mándanos a los cerdos para que nos metamos en ellos.
Él se lo permitió. Salieron los espíritus inmundos y se metieron en los cerdos; y la piara se precipitó acantilado abajo hasta el mar, unos dos mil, y se fueron ahogando en el mar.
Los porquerizos salieron huyendo, lo contaron en la ciudad y en las fincas, y fueron a ver qué significaba lo ocurrido. Llegaron a donde estaba Jesús, contemplaron al endemoniado sentado, vestido y en su juicio, al mismo que había tenido la legión, y les entró miedo. Los que lo habían visto les refirieron lo ocurrido con el endemoniado y también lo de los cerdos. Entonces se pusieron a rogarle que se marchase de su territorio.
Mientras subía a la barca, el antes endemoniado le rogaba que le permitiese estar con él, pero no lo dejó, sino que le dijo:

-          Márchate a tu casa con los tuyos y cuéntales cuánto ha hecho el Señor por ti, mostrándote su misericordia.
Se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis cuanto había hecho Jesús por él; y todos de sorprendían.






Comentario y pistas para la oración


Jesús decide predicar el reino a los paganos y se va al país de los gerasenos. En esta ocasión sus discípulos no le acompañan, de hecho no son nombrados en el relato.
Al llegar a la playa, inmediatamente viene a su encuentro un hombre que tenía un espíritu inmundo. La fama de Jesús se había extendido también entre las regiones limítrofes y este hombre había oído hablar de Jesús. Cuando se da cuenta que Jesús ha llegado inmediatamente viene a su encuentro, confía en Jesús.
La descripción de este hombre es terrible, entender su sufrimiento su esclavitud que le lleva a vivir entre sepulcros, gritando todo el día y hasta a hacerse daño así mismo. Está dominado por un espíritu de violencia y odio. Además sus conciudadanos pretenden dominarlo, poniéndole grillos.
Esta descripción está llena de una gran falta de compasión y humanidad.
Jesús quiere liberarlo de todos sus males e increpa al espíritu inmundo. Pero este hombre se niega a abandonar este espíritu de violencia, por eso grita contra Jesús.
Los cerdos eran considerados entre los judíos como animales impuros, por eso no se criaban en todo el territorio judío, pero sí entre los paganos, siendo además una gran fuente de ingresos, de riqueza.
Jesús con este gesto de dejar a los espíritus meterse en los cerdos, y con sus consecuencias, provoca la ruina de su propietario, hombre rico que oprimía a sus trabajadores. Por eso los porquerizos le suplican que se vaya, porque ya intuyen la acción de Jesús. En Palestina Jesús pretendía liberar de la Ley judía, pero en territorio pagano pretende liberar de la pobreza y de opresión de los ricos.
El hombre poseído es curado por Jesús y pide acompañarlo en la misión, pero Jesús no lo deja seguirlo.

-          ¿Cuáles son las esclavitudes o injusticias sociales que descubres a tu alrededor? Jesús intentaría liberar de ellas a los hombres.

-          Contempla la crudeza de la escena

-          ¿Y si tú mismo fueras el endemoniado? ¿Qué te diría Jesús y qué le dirías tú a Jesús?


                                            Inma Fabregat

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